Flores de papel- Relato

Flores de papel



Tengo tantos años como ganas, canas y versos, y llevo la fuerza por dentro. Desde que la descubrí, no ha habido en mí otro deseo que usarla para un buen fin, el que hace falta, el que merecemos. Ella, tan dentro y tan mía, me ha acompañado en mis batallas y me ha ayudado en mis propósitos de vida, que no han sido otros que amparar a las mujeres, compañeras de lucha, patriotas de estos mundos, confidentes de mis sueños, poseedoras de los suyos. Lo que voy contar no es más que la realidad, y les aseguro que no es simplemente la mía, sino la de otras muchas, que como yo, viven atrapadas en un mundo en el que las reglas están hechas para que creamos que nacimos a medias de todo; pero no de cuerpo, de ese no, sino de voz, porque al arrebatárnosla, nos quitan cada día, un poquito de alma.


En este siglo que vivo, tan difícil para todas, no se nos permite llenar nuestras mentes, ni alzar nuestras voces,  y lo más desdichado es que muchas han crecido pensando que es por su propia naturaleza de mujer, y así lo aceptan . Si tan solo pudiera vivir un siglo más, seguiría diciendo que no, rotundamente no, nuestra naturaleza no es miserable, ni simple, ni invariable, ni tampoco débil; nuestra existencia renace constantemente. Nosotras somos y estamos siemprevivas, como las flores que llevan ese nombre; esas que llamamos así porque sobreviven a las inclemencias del tiempo y luchan por existir a pesar de lo que el mundo les depara. 


Desde que era una niña me percaté de lo que estaba ocurriendo, lo que había a mi alrededor era un poder no repartido, desigual, irreal incluso para mis inocentes ojos. El día en el que un hombre muy cercano a la familia quiso darme una lección de vida, lo comprendí todo. Él me dijo que la belleza era primordial, y que no solo estaba en la piel, sino que debía ir acompañada de otras cualidades imprescindibles en una mujer. Según su perspectiva, la mujer ideal además de bella, debía ser dócil, humilde y obediente. Ese consejo provocó en mí un rechazo a la hermosura; yo ya no quería ser bella, así no. Sin embargo, cuando descubrí que la verdadera belleza estaba en las mentes abiertas e instruidas, no paré ni un momento de buscar el conocimiento en casi cualquier situación que se me presentase; esto sí, así sí. Empecé por las constantes preguntas, las conversaciones comprometidas, y como no, pronto llegaron mis queridos libros. Con ellos tuve la fuerte convicción de que podía llegar a conseguir lo que ellos ya tenían, poder. Después de muchas lecturas, largas escuchas, pensamientos de madrugada, y lágrimas de impotencia, llegaron a mí con claridad las ideas sobre el mundo, sobre la vida, y sobre todo, sobre mi condición de mujer . Fue entonces cuando comprendí lo que mi naturaleza femenina significaba, y desde ese momento, nadie ha podido callarme jamás. Es cierto que la sociedad no me lo ha puesto fácil, he tenido que disimular mis letras,  y aun no he podido firmar mis versos con mi nombre verdadero, pero en el nombre no está la esencia, de eso estoy segura. Y ahora, que estoy viviendo mis últimos días, me encantaría que lo supieran, en mis letras estoy yo, siempre yo. Una voz femenina escondida en un mundo de hombres, luchando por las mujeres, la justicia y la igualdad. 


Quizás cuando lean esto ya estaré muerta, pero lo bueno de irse, es dejar las palabras selladas y listas para ser enviadas a sus destinos. Y con destinos me refiero a todas aquellas personas que quieran saber la verdad y la importancia de verla con los ojos abiertos y el corazón atento. 


Mirando como escriben mis manos, me siento orgullosa de haber llegado hasta aquí, de saber que mis palabras podrán llegar a muchas. Cuando escribo, me imagino el camino que recorren mis letras para posarse en las mentes de otras mujeres, queriendo adentrarse en su ser. Mis manos, ahora que las observo, las concibo luchadoras. Ellas están abiertas a la pluma que las lleva, y se sueltan hasta el punto de plasmar las palabras que a mi boca no le han dejado pronunciar. No puedo hacer más que esto ahora, escribir; mi cuerpo, sin ninguna otra fuerza que la mía, me ha dado permiso para seguir haciendo lo que siempre he amado, llenar de tinta mis pensamientos para hacerlos eternos. 


Si cuando me fuera, pudiera ver lo que ocurriera con estas letras, probablemente me sentiría satisfecha de tantas horas al lado de mi ventana, oliendo a carbón, a tinta y a vela, con dolor de espalda y crujir de huesos. Ahora que puedo cerrar los ojos, solo siento los suaves y lentos latidos de mi pecho y el calor de mis pensamientos; yo los creo y ellos me ayudan a existir.


Hoy me siento feliz, a salvo y en paz. Mis libros ya están donde siempre he querido; por eso, solo espero que puedan crear otros mundos, porque éstos, aunque ya no puedan conquistarse, pueden transformarse. No importa el nombre, no importa el tiempo, lo que importa es la dicha de llegar hasta ellas; inagotablemente vivas, extraordinariamente eternas.


                                                          

 Siento que crezco

cuando me hacen pequeña


Siento que subo

cuando bajo


Siento que tengo mucho

cuando mucho me falta

 

Siento que vuelo

aunque estoy en la

 tierra.


Yo, 

soy ella.




Fdo:


María,


             La Siempreviva.




Dedicado a todas aquellas escritoras que con sus letras abrieron nuestro mundo.



 

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